Nuestro compañero médico, ex-jugador de baloncesto y miembro de nuestra asociación Juan Corbalán, presentó el pasado 28 de Octubre en Madrid su libro: “EL BALONCESTO Y LA VIDA, recuerdos para el futuro”. Os dejamos una pequeña introducción de la mano de Cristóbal Rodríguez Hernández, gran amigo, asociado, y miembro del senado.
De una forma amena, viva y palpitante nos cuenta su vida en el baloncesto desde que empezó en el Colegio de San Viator hasta su retirada en Valladolid. Repasa sus vivencias en el Real Madrid y en el equipo nacional. Se detiene Juan en recordar a todos los que participaron con él, en la obra de su vida: compañeros, entrenadores, directivos, periodistas, médicos.. sin olvidar a sus rivales, porque como nos recuerda Manuel Vicent en el prólogo “Nunca veía enemigos en el equipo contrario, sino adversarios que estaban enfrente para que tu pudieras superarte a ti mismo al vencerlos…”
Al hilo de su vida con pantalón corto primero y luego con bata y fonendo nos va dando su visión de los cambios políticos acontecidos en España desde la transición hasta nuestros días y tiene tiempo para hacer incursiones en el cine, la literatura, la poesía, la gastronomía etc…
Como cuenta el autor en el prefacio:” Este libro está lleno de amor y admiración, y no hubiera sido posible sin las personas que han caminado a mi lado a los que quise y quiero porque para, repite, los que hemos querido de verdad, poder amar es un privilegio; ser amado el mejor de los regalos”
Es un libro que leerán los que compartieron, como yo, muchas vivencias, los que lo vieron triunfar en el deporte, los que lo han encontrado en el camino como excelente profesional de la medicina y las nuevas generaciones de padres e hijos deportistas para que conozcan que hubo una época, no muy lejana, en que el deporte no era solo triunfo, dinero, popularidad y negocio sino sobre todo una escuela que te enseñaba los valores del esfuerzo, el sacrificio, el trabajo en equipo , el ayudar al compañero, el entrenamiento para mejorar y preparaba al deportista para los muchos años que le quedarían por vivir tras su retirada. Todo esto nos lo dice David Trueba en el epílogo: “…conozcan el tiempo donde el deporte tenía algo de ingenuo y amateur, antes de que el negocio se adueñara de casi todo. En tiempos donde la precocidad se ha convertido en un valor irrebatible, sólo queda disfrutar de estas memorias donde un chaval apalabra con su padre el contrato que cambiará su vida y luego regresa al barrio y hace los deberes y sueña con comprarse con el primer sueldo un utilitario mas bien humilde…”